La historia del Jubileo
El Jubileo tiene un origen judío, donde cada quincuagésimo año se celebraba como un año de descanso de la tierra (para fortalecer los cultivos) y la liberación de los esclavos para restaurar la igualdad y reducir las diferencias entre ricos y pobres. El inicio del Jubileo judío estaba marcado por el sonido del cuerno de carnero, en hebreo jobel, de donde proviene el nombre cristiano Jubileo.
La Iglesia Católica inició la tradición del Año Santo en 1300 con el Papa Bonifacio VIII, quien había previsto un Jubileo cada siglo. Posteriormente, esto se redujo a intervalos de 33 años (como la duración de la vida terrenal de Jesús) y a partir de 1450, la cadencia del Jubileo se redujo aún más, y desde entonces se celebra cada 25 años para permitir que cada generación viva al menos un Año Santo.
En casos de eventos de particular importancia, se celebra un Jubileo extraordinario.
El nacimiento oficial de los Jubileos se remonta al 20 de febrero de 1300, cuando el Papa Bonifacio VIII proclamó el primer Jubileo con la bula "Antiquorum habet fida relatio" y la institución de la primera indulgencia jubilar.
Bonifacio fue el papa número 193 de la Iglesia católica y fue uno de los papas más controvertidos de su tiempo (por ejemplo, Dante lo coloca en el Infierno en la Divina Comedia).
El segundo Jubileo, el de 1350, fue precedido por una larga preparación, ya que se anunció siete años antes. Sin embargo, la espera se dificultó debido a eventos catastróficos como la gran peste de 1348 y un devastador terremoto que golpeó Italia central en 1349. Roma, entre otras cosas, sufrió daños importantes en el techo de la basílica de Letrán y la de San Pablo extramuros.
El Jubileo de 1450 fue muy lucrativo para las arcas del Vaticano, tanto por el increíble flujo de peregrinos como porque permitió a quienes no podían llegar a Roma obtener la indulgencia a cambio de dinero.
En 1600, el Jubileo comenzó una semana después (el 31 en lugar del 25 de diciembre) porque el Papa Clemente VII había sido afectado por un ataque de gota.
En el pasado, el gran número de peregrinos creaba problemas logísticos debido a la multitud y problemas de higiene y salud pública. Numerosos jubileos estuvieron acompañados de epidemias violentas, especialmente de peste.
Por razones políticas, no se celebraron los Jubileos de 1800, 1850 y 1875.